Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halle encanto en sí mismo(...) ¡No te dejes morir lentamente! ¡No te olvides de ser feliz! (Pablo Neruda)
jueves, 8 de diciembre de 2011
El futuro, una ilusión...
domingo, 27 de noviembre de 2011
Leer entre líneas…
lunes, 14 de noviembre de 2011
martes, 8 de noviembre de 2011
Momentos extraordinarios, momentos únicos
sábado, 5 de noviembre de 2011
Piccoli dettagli...
miércoles, 2 de noviembre de 2011
domingo, 30 de octubre de 2011
Ahora y hace un siglo, dos y veinte
PD: lo de quemar esa sartén ha sido fruto del despiste y mi torpeza en la cocina...
miércoles, 19 de octubre de 2011
¿Sabemos quiénes somos?
domingo, 11 de septiembre de 2011
Ahora toca volver
lunes, 4 de julio de 2011
Días playeros

miércoles, 8 de junio de 2011
Hoy ha sido una de esas tardes...
![]() |
Trocitos del pasado |
Hoy ha sido una de esas tardes en las que he necesitado volver atrás. La nostalgia o quizás necesidad de alejarme de lo que en estos momento me está tocando vivir, me han obligado a echar mano de álbumes, recortes de periódico y demás cosas que en algún momento pasado de mi vida fueron importantes. |
jueves, 5 de mayo de 2011
Nuestras tardes de juego, sí que eran divertidas
lunes, 2 de mayo de 2011
Caminemos sin parar
viernes, 15 de abril de 2011
Aún sigues durmiendo
![]() |
Ojos Cerrados by @AbellanMurcia |
domingo, 10 de abril de 2011
A la vuelta de la esquina

miércoles, 6 de abril de 2011
El parque de los peques
Han pasado cerca de seis año y por lo que nadie apostaba un duro en aquél momento, ahora se ha convertido en el parque más visitado de Murcia. Hasta el 2005, el mítico jardín de La Fama, más conocido como el “parque de los perros”, era

un lugar poco querido por los vecinos, la gente del entorno y por quienes por descuido tenían que cruzar ese horrible espacio. Estaba sucio, poco cuidado, nada iluminado, había que andar con cuidado porque estaba “minado” de excrementos de perros y solamente reunía a quinceañeros para hacer botellón los fines de semana, a grupillos de jóvenes entre semana por las noches y para sacar a pasear a los perros, de ahí su nombre de “Parque de los perro”.
Ahora todo ha cambiado. El jardín de la Fama es un gran parque, muy cuidado, diáfano, con juegos infantiles, con amplio espacio para acoger eventos y con una enorme cafetería que alberga una gran terraza para disfrutar de la estupenda temperatura de la que gozamos casi todo el año en Murcia.
De “parque de los perros” yo he pasado a apodarle el “parque de los peques”. Da igual el momento y la hora del día a la que pases –menos de madrugada -, en cualquiera de esos momentos te vas a encontrar a un niño en el columpio, a otro en el carrito con sus papás dando un paseo o a grupo de menores jugando a la pelota o corriendo con su monopatín; pero siempre bajo la supervisión de sus padres y tíos (en mi caso), que toman un aperitivo o un café mientras que los peques se divierten.
De aquel parque oscuro, sucio y vacío, hemos pasado a un parque alegre, luminoso y de diseño por el que cada día pasan sus horas de juego un sinfín de vidas que comienzan ya a descubrir algunos de los grandes y auténticos placeres de la vida.
Foto de http://kidda.es
domingo, 27 de marzo de 2011
La paellica, todo un clásico en las reuniones familiares

Qué es de una reunión familiar sin una paellica en condiciones como menú. En otras casas no lo sé, pero en mi familia, la paellica nos encanta y es, por así decirlo, el menú estrella cuando nos juntamos. La paella, ya sea de verduras, de marisco, de conejo con caracoles o de pollo –varía en función de la época- es todo un clásico, una costumbre que iniciaron mis abuelos y que aún permanece y permanecerá, ¡espero!
Si hay algo que me gusta de los encuentros familiares es cómo lo pasamos todos en torno a los fogones. Nadie permanece impasible, todos “arrimamos el hombro” con lo que sea, todos participamos, cada uno aporta su toque personal y entre todos hacemos que la preparación de la comida sea un ritual único e inigualable.
Como en todas las familias, imagino, en la mía hay una jerarquía gastronómica impresionante. Nadie tiene que decirle a nadie qué es lo que tiene que hacer. Todos sabemos cual es nuestro papel, toda aportación es imprescindible y si, por cualquier motivo, falta alguno, esa ausencia se echa en falta, e incluso llegamos a decir: “pues si estuviera fulanito, eso no habría faltado”.
Una ausencia se perdona, pero eso de llegar “a mesa puesta” es impensable e imposible, y si a alguno se nos ha llegado a pasar por la cabeza hacerlo, inmediatamente nos ha venido a la cabeza la mítica frase de mi abuela: “El que está dispuesto a trasnochar también lo tiene que estar para madrugar, así que el que no esté aquí a su hora, no come”. ¡Menuda era mi abuela!...
Como es lógico, las madres son las que llevan la mayor carga en el menú. Ellas son las encargadas de preparar la paella. Ellas tienen la receta y el secreto de ese delicioso plato que con tanto esmero aprendieron de mi abuela, una de las mejores cocineras del mundo.
La paellera es el centro neurálgico de la reunión. Una fríe los pimientos, otra remueve la verdura, la carne o el marisco, y la otra mide el agua y el arroz que hay que echar, puñadito a puñadito para que ni falte ni sobre. Mientras se lleva a cabo la elaboración no faltan las conversaciones varias, los cotilleos, las risas y ese trago de cerveza que acerca alguno de los miembros del grupo “apoyo logístico”, como llamamos a la labor que ejercen “los hombres”.
Junto a ese centro neurálgico está el segundo escalafón –en el que me encuentro yo-, que es el responsable de preparar las ensaladas, emplatar los aperitivos y dejarlo todo listo para que el siguiente escalafón –el de los más pequeños de la casa- lo lleven a la mesa, después de ponerla. Este siguiente escalafón también se encarga de servir las bebidas y de echar los viajes a la cocina cuando todos estamos ya sentados y falta algo.
El “apoyo logístico”, como apuntaba anteriormente, es el grupo de “los hombre”, los padres, tíos y hermanos mayores de la familia. Ellos son los responsables de comprar el pan, son los que están pendientes de que no falte bebida en ningún momento, se encargan de colocar y preparar los utensilios para hacer la paella –sacar el pulpo, colocar la paellera, trasladar la botella de butano, etc.-. El “apoyo logístico” es el grupo que está para los olvidos de última hora y para suministrar, poco antes de empezar a comer, el traguito de cerveza y la navaja o los berberechos a las mujeres que ultimamos la comida en la cocina.
Una vez echado el arroz y trascurridos casi los 20 minutos que se precisa para que esté lista la paella, una voz desde la cocina hacer un llamamiento a las catadoras (mi prima Kiko y yo), que somos las que decimos si está en su punto idóneo de sal o precisa más.
Una vez servidos todos los platos, un silencio, nada premeditado, inunda la mesa, pero pronto se rompe cuando un espontáneo suelta la frase: ¡delicioso, un aplauso a las cocineras!
Como ya he apuntado, la paellica en mi casa es un clásico, una costumbre y hoy, nuevamente, hemos aplaudido a las cocineras.
martes, 8 de marzo de 2011
Desafortunadamente, aún hay animales que se hacen pasar por hombres
Hoy es el día elegido para que la sensibilización y cooperación de todos los ciudadanos contribuya a acabar con esa “lucha” entre sexos que tanto ha costado a muchas mujeres y que, concretamente este año 2011 celebra su primer centenario.
Hoy es el día en el que el trabajo de cientos de mujeres para reivindicar sus derechos se hace ver, ya sea a través de exposiciones, charlas, conferencias, representaciones teatrales, o lo que sea, como muestra de que tenemos que seguir por el camino emprendido entre todos para alcanzar ese objetivo común. Es amplísimo el programa de actividades y merece la pena asistir a alguna.
Desde las administraciones, los centros de la mujer, las diferentes asociaciones y demás colectivos se está apostando mucho por ese objetivo, pero el camino aún es largo. Y digo que ese camino aún es largo porque hoy, concretamente hoy, esa conmemoración se ha terminado para mi en el preciso momento en el que me he adentrado en un local y, tras varios minutos, he podido ver como un “señor” –por llamarle de alguna manera-, que parecía ser el mandamás del local, se dirigía a la que sería su empleada y a base de gritos y desprecios le ha echado una bronca monumental delante de todos los allí presentes.
Me he sentido tan avergonzada –y eso que no iba conmigo el tema-, que sin llegar a pedir el café que me iba a tomar, he cogido mis cosas, he agachando la cabeza y he salido casi corriendo de ese horrible local.
Si hoy se conmemora el día de la mujer trabajadora y la actitud de ese camicace se ha producido justamente hoy, no quiero ni pensar qué podrá pasar en otro día cualquiera de la semana…
Yo no suelo ser de las personas que vayan con la negatividad como bandera, esa no es mi filosofía de vida, pero está claro que mientras unos y unas luchamos para conseguir ese objetivo común, parece ser que hay otros a los que esa lucha les da igual y con una simple acción como la vista esta tarde, dan pie a que se borren muchos de los pasos dados en estos cien años de lucha por la igualdad entre sexos.
Espero y deseo que este hecho del que he sido testigo sea un breve periodo de tiempo una simple anécdota y que pronto no tengamos que conmemorar el día de la mujer trabajadora. Pues, esa no conmemoración supondrá que el objetivo que muchos y muchas perseguimos, se habrá conseguido.
Aunque un poco desilusionada por lo visto, quiero aprovechar para dar ánimo y felicitar a todas las mujeres, trabajadoras o no, porque este es su día, nuestro día.
miércoles, 16 de febrero de 2011
No quiero...
No quiero que mi familia sufra,
no quiero que mis amig@s estén solos cuando tengan un problema,
no quiero que mi despertados deje de sonar cada mañana antes de las 8:00 horas,
no quiero que me den la brasa,
no quiero dejar de ver brillar el sol,
no quiero descubrir que alguien a quien quiero me mienta,
no quiero quedarme estancada en el vacío,
no quiero ver a mi madre triste,
no quiero tener que pedir perdón,
no quiero que me llegue la soledad que yo no busco,
no quiero depender de nadie,
no quiero dejar de escuchar la música que tanto me gusta,
no quiero estar más de un día sin darle tono a un papel o un lienzo en blanco,
no quiero dejar de disfrutar de cada momento que vivo,
no quiero que la injusticia cotinúe prevalenciendo,
no quiero dejar de buscar mi ítaca,
no quiero no saber lo que no quiero,
no quiero perder mi burbuja,
no quiero olvidar mis pasado,
No quiero dejar de sonreir,
No quiero...
Son tantas las cosas que sé que no quiero, que no tengo miendo alguno a quedarme en blanco cuando alguien me pregunte: ¿Qué es lo que quieres?...
sábado, 5 de febrero de 2011
Qué grandes son las mañanas de los sábados
martes, 18 de enero de 2011
Convertido en rana antes de lo esperado
Conforme pasan los días, las semanas, los meses... Me doy más cuenta de que encontrar pareja a los 30 se hace más que complicado, por no decir imposible. Yo no soy de las que cada vez que salen a la calle lo haga para encontrar al "hombre de su vida", pero lo cierto y verdad es que aunque así lo pensara resultaría una odisea. Porque... tela cómo está el ganao!, como diría mi abuela.
Este post es fruto de la anécdota–una de las tantas- que tuve hace unas semana en un bar de copas, después de un estupendo aperitivo entre amigos y amigas.
Estas de broma, tomando una copa que, por cierto, me he iniciado en el GINTONIC y me mola un montón, pero eso será para otro momento. Lo que decía, estábamos de cachondeo, lo típico cuando sales de aperitivo un sábado, con nuestra copa en la mano, dando vueltas, contando historias poco trascendentales, porque en estos momentos no recuerdo el hilo exacto, y entre trago, risa y comentario se me acerca un tío. La verdad es que el crío era muy guapo, no tenía pega alguna y parecía cumplir los requisitos del "prototipo" de tíos que me gustan. Se acercó -yo con miedo porque en estos casos no sabes qué se te cae encima- y me hizo un comentarios que sinceramente, me resultó gracioso. Este tipo de entradas siempre las he tenido en cuenta. Está más que claro –al menos para mí- que una buena entrada puede ser resultado de una buena conversación, alguna copa más y... Bueno, el caso, que tras ese comentario gracioso comenzamos a entablar conversación.