martes, 24 de septiembre de 2013

Seis meses, seis...



Seis meses, seis… Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que escribí mi último post en el mes de marzo. La verdad es que han sido muchas las cosas que han hecho despertar en mí todo tipo de sensaciones y emociones. Tantas, que sería imposible narrarlas en su totalidad -algo lógico y evidente por otra parte- porque de lo contrario no habría vivido.

Seis meses, seis… Tiempo más que suficiente para que las vivencias tenidas me hayan animado, en reiteradas ocasiones, a ponerme frente al ordenador para escribirlas. Pero no ha ocurrido así, ya haya sido por dejadez o vagancia, la verdad es que no he querido o no he necesitado hacerlo y esta burbuja escondida ha quedado relegada a un último plano, pero no ha sido olvidada.

Y no lo ha sido porque hoy, un simple martes de septiembre, ha habido algo que ha despertado en mí el interés por adentrarme en la burbuja y escribir unas cuantas líneas. Líneas que, por cierto, no creo que lleguen a expresar el estado de contradicción que me aturde.

Una llamada telefónica, una visita y el miedo a esperar…

Estas tres cosas podrían resumirse única y exclusivamente en una palabra: Miedo. Un miedo que me hace recordar una frase del poema “Tengo miedo” de Pablo Neruda que dice: “Tiene mi corazón un llanto de princesa olvidada en el fondo de un palacio desierto”…


Seis meses, seis… Y toca esperar. Y toca dejar de pensar. Y toca tratar de echar al miedo. Y toca no perder la esperanza. Y toca quedarse en manos del tiempo. Eso es lo que toca.