miércoles, 16 de febrero de 2011

No quiero...

Hoy toca burbujear y todo viene a raíz de la frase que he leído hoy de P. Coelho: Puedes no saber tú camino, pero debes saber lo que no es tú camino. Así es. Puede que no sepa que me va a deparar mi viaje, la verdad es que tampoco me preocupa en estos momentos, pero de lo que sí estoy segura es que sé lo que no quiero para ese largo o corto periplo.

No quiero que mi familia sufra,
no quiero que mis amig@s estén solos cuando tengan un problema,
no quiero que mi despertados deje de sonar cada mañana antes de las 8:00 horas,
no quiero que me den la brasa,
no quiero dejar de ver brillar el sol,
no quiero descubrir que alguien a quien quiero me mienta,
no quiero quedarme estancada en el vacío,
no quiero ver a mi madre triste,
no quiero tener que pedir perdón,
no quiero que me llegue la soledad que yo no busco,
no quiero depender de nadie,
no quiero dejar de escuchar la música que tanto me gusta,
no quiero estar más de un día sin darle tono a un papel o un lienzo en blanco,
no quiero dejar de disfrutar de cada momento que vivo,
no quiero que la injusticia cotinúe prevalenciendo,
no quiero dejar de buscar mi ítaca,
no quiero no saber lo que no quiero,
no quiero perder mi burbuja,
no quiero olvidar mis pasado,
No quiero dejar de sonreir,
No quiero...

Son tantas las cosas que sé que no quiero, que no tengo miendo alguno a quedarme en blanco cuando alguien me pregunte: ¿Qué es lo que quieres?...

sábado, 5 de febrero de 2011

Qué grandes son las mañanas de los sábados

El mejor momento de la semana: el sábado por la mañana. No hay duda alguna. Desde que era pequeña, esperaba ansiosa la llegada del sábado. De hecho el viernes solía acostarme pronto -ahora no siempre-, porque me encantaba madrugar y mientras toda mi familia dormía, yo me iba al salón y era la dueña del mando de televisión. Me encantaba porque estaba sola y podía poner todos lo que quisiera sin que ni mis hermanos ni mis padres me dieran la lata.
Me tiraba en el sofá, en invierno me tapaba hasta la nariz y sacaba solamente un poquito la mano para poder cambiar los canales y me veía todas las series de dibujos animados. Qué pasada de sábados matutinos... Aunque siempre llegaba el momento en el que el pavo de mi hermano el mayor se acercaba y me jodía mi momento. Pero bueno, era parte de la historia.
El sábado era también el día del gran desayuno. Con el pijama puesto -esencial en este día- tazón de leche con Cola Cao, cuchara sopera y montañas y montañas de los crispis de la rana... ufff Qué grandes desayunos.
Recuerdo también que en la casa en la que vivíamos antes, una enorme casa en la huerta -ahora de eso no queda na de ná... una lástima-, con un sinfín de ventanas desde las que se veía todo... Me encantaba abrir el gran ventanal del salón, por el que entraba un sol maravilloso, acercaba el sillón en el que se sentaba mi padre para ver la televisión y me ponía delante una mesita con ruedas que teníamos en la cocina. Una vez instalado todo el mobiliario, me llevaba el desayuno y al tiempo que veía los dibujos, me ponía como el Kiko a base de leche y de lo que yo llamaba "los bichitos de la rana"...
Qué recuerdos..., qué grandes eran las mañanas de los sábados...
Ahora, aunque con algunas modificaciones, las mañanas de los sábados continúan siendo mis favoritas y las sigo disfrutando siempre que puedo.
Concretamente, hoy está siendo el día. Me he levantado casi como reza la canción de Hombres G, dándo un salto mortal, he puesto la música a todo volumen, me he preparado el desayuno -nada de crispis porque a mi casa ya no entran esas cosas- y me he sentado tranquilamente en la terraza a leer un rato...
En el ritual del sábado entra también, y estoy segura que a much@s les pasa, ordenar la casa, limpiar un poquito y, entre tarea y tarea, echar algún baile la vez que muevo la escoba o paso el trapo del polvo. Jejeje Cómo me gustan los sábado!
Decía mi padre que las buenas costumbres nunca hay que perdelas, pues Amén!!!!!!
Feliz sábado a todos!!!!!!!