martes, 18 de enero de 2011

Convertido en rana antes de lo esperado


Conforme pasan los días, las semanas, los meses... Me doy más cuenta de que encontrar pareja a los 30 se hace más que complicado, por no decir imposible. Yo no soy de las que cada vez que salen a la calle lo haga para encontrar al "hombre de su vida", pero lo cierto y verdad es que aunque así lo pensara resultaría una odisea. Porque... tela cómo está el ganao!, como diría mi abuela.
Este post es fruto de la anécdota–una de las tantas- que tuve hace unas semana en un bar de copas, después de un estupendo aperitivo entre amigos y amigas.

Estas de broma, tomando una copa que, por cierto, me he iniciado en el GINTONIC y me mola un montón, pero eso será para otro momento. Lo que decía, estábamos de cachondeo, lo típico cuando sales de aperitivo un sábado, con nuestra copa en la mano, dando vueltas, contando historias poco trascendentales, porque en estos momentos no recuerdo el hilo exacto, y entre trago, risa y comentario se me acerca un tío. La verdad es que el crío era muy guapo, no tenía pega alguna y parecía cumplir los requisitos del "prototipo" de tíos que me gustan. Se acercó -yo con miedo porque en estos casos no sabes qué se te cae encima- y me hizo un comentarios que sinceramente, me resultó gracioso. Este tipo de entradas siempre las he tenido en cuenta. Está más que claro –al menos para mí- que una buena entrada puede ser resultado de una buena conversación, alguna copa más y... Bueno, el caso, que tras ese comentario gracioso comenzamos a entablar conversación.
No tenía pega alguna, pues se trataba de un tío interesante, inteligente, gracioso, guapo... Vamos que parecía tener todos los requisitos, pero la sorpresa vino cuando comenté que me tenía que ir. Estaba cansada, llevaba todo el día en la calle y lo único de lo que tenía ganas era de irme a casa, tomar algo y acostarme.
Lo bueno vino al despedirme. Casi esbozando un bostezo, me dirijo hacia él, con mi media sonrisa y al mirarle a la cara me quedé un poco parada porque tenía un rostro que le llegaba hasta el suelo. Menuda cara de cabreo! Ni le presté atención, pero cuando le comenté que nos veríamos pronto, que me avisara cuando viniera a Murcia (el tío es de Águilas y había venido a Murcia a hacer un curso de fin de semana), la respuesta fue de lo más graciosa, al menos para mí. -Perdona, pero si tú no eres capaz de quedarte ahora a tomar una copa conmigo, yo no seré tampoco capaz de avisarte la próxima vez que venga a Murcia.
Ole, ole y ole! Así de pancho se quedó el capullo porque no me quedaba con él. He de decir que lo mejor de todo fue mi cara de tonta al escuchar esa magistral frase, y que me hizo hacerme -en silencio- la siguiente pregunta: Si no me conoce y actúa así, qué pasaría si fuera mi pareja...
Evidentemente, mi contestación fue educada, leve y sin decir lo que realmente pensaba porque considero que a una personas así, lo mejor que se puede hacer es darle largas.
He de apuntar que tras un ratico, el crío -que sería consciente de sus palabras- me mandó un sms pidiéndome perdón, pero lo cierto y verdad es que al pobre le faltó tiempo para mostrar su ancas y convertirse en rana antes de lo esperado...
P.D: No todas las buenas entradas son un buen indicativo de continuidad en una nueva amistad.

miércoles, 5 de enero de 2011

He sentido el sol, me he emocionado, me han conquistado y han abrazado mi corazón

Hoy ha sido un día único, un día especial e inolvidable. Esta mañana he tenido la gran suerte de poder recibir a los Reyes Magos en su llegada a la ciudad de Murcia, pero no solamente he tenido el placer de recibirles, sino que además he podido disfrutar de una mañana en la que la magia y la ilusión ha acogido, casi por sorpresa, a un elevado número de niños que, por diversas causas, no podrán disfrutar de esta noche mágica como el resto de niños.
Ha sido especial, único e inolvidable. Así es como resumo la intensa y gratificante mañana vivida, tras visitar con Sus Majestades los Reyes de Oriente el Centro Cardenal Belluga, la prisión de Sangonera y el Hospital Virgen de la Arrixaca.
Las caras de asombro de los nanos al ver como los Reyes Magos se les arcercaban para saludarles, para preguntarles cómo estaban y para entregales regalos no tienen precio y han causado tal sensación en mí, que me resulta verdaderamente complicado, casi imposible, poder explicar con palabras mis sensaciones en esos momentos.
Si ya resulta duro ver que un niño está en un centro de acogida por causas que ahora no viene a cuento explicar, la dureza se hace mayor al entrar en la zona de oncología infantil de un hospital. Antes de entrar, y sin saber adónde íbamos, el corazón se me ha acelerado, pero al ver un cartel con la palabra "oncología", el estóma se me ha encogido, la cara se me ha transformado y por un momento me he quedado paralizada. Ha sido un momento duro, es cierto, pero ese pánico interior pronto se ha transformado en emoción y en alegría al ver como esos oníricos personajes han logrado esbozar dulces y tiernas, tiernísimas, sonrisas en esos pequeños cuerpos.
Ahora (apartada del bullicio, del ajetreo consumista, de las colas, las prisas, los regalos y demás elementos que configuran esta sociedad en la que vivimos) el silencio reina en mi interior y solamente tengo cabida, al tiempo que escribo esta líneas, para los rostros de esos pequeños que, acogidos aún por la emoción y la ilusión de haber visto a los Reyes Magos, esta noche se irán a sus camas sin pararse a pensar lo más mínimo en lo que será de ellos mañana.
Me viene ahora a la mente una frase, de no recuerdo quién y con la que quiero concluir este post, que dice algo así como: La sonrisa de un niño es como sentir un rayo de sol, algo que emociona al tiempo que conquista y abraza el corazón...
Yo hoy he sentido el sol, me he emocionado, me han conquistado esas sonrisas y han abrazado mi corazón.
¡¡¡¡¡Feliz noche de Reyes a todos!!!!!