sábado, 5 de febrero de 2011

Qué grandes son las mañanas de los sábados

El mejor momento de la semana: el sábado por la mañana. No hay duda alguna. Desde que era pequeña, esperaba ansiosa la llegada del sábado. De hecho el viernes solía acostarme pronto -ahora no siempre-, porque me encantaba madrugar y mientras toda mi familia dormía, yo me iba al salón y era la dueña del mando de televisión. Me encantaba porque estaba sola y podía poner todos lo que quisiera sin que ni mis hermanos ni mis padres me dieran la lata.
Me tiraba en el sofá, en invierno me tapaba hasta la nariz y sacaba solamente un poquito la mano para poder cambiar los canales y me veía todas las series de dibujos animados. Qué pasada de sábados matutinos... Aunque siempre llegaba el momento en el que el pavo de mi hermano el mayor se acercaba y me jodía mi momento. Pero bueno, era parte de la historia.
El sábado era también el día del gran desayuno. Con el pijama puesto -esencial en este día- tazón de leche con Cola Cao, cuchara sopera y montañas y montañas de los crispis de la rana... ufff Qué grandes desayunos.
Recuerdo también que en la casa en la que vivíamos antes, una enorme casa en la huerta -ahora de eso no queda na de ná... una lástima-, con un sinfín de ventanas desde las que se veía todo... Me encantaba abrir el gran ventanal del salón, por el que entraba un sol maravilloso, acercaba el sillón en el que se sentaba mi padre para ver la televisión y me ponía delante una mesita con ruedas que teníamos en la cocina. Una vez instalado todo el mobiliario, me llevaba el desayuno y al tiempo que veía los dibujos, me ponía como el Kiko a base de leche y de lo que yo llamaba "los bichitos de la rana"...
Qué recuerdos..., qué grandes eran las mañanas de los sábados...
Ahora, aunque con algunas modificaciones, las mañanas de los sábados continúan siendo mis favoritas y las sigo disfrutando siempre que puedo.
Concretamente, hoy está siendo el día. Me he levantado casi como reza la canción de Hombres G, dándo un salto mortal, he puesto la música a todo volumen, me he preparado el desayuno -nada de crispis porque a mi casa ya no entran esas cosas- y me he sentado tranquilamente en la terraza a leer un rato...
En el ritual del sábado entra también, y estoy segura que a much@s les pasa, ordenar la casa, limpiar un poquito y, entre tarea y tarea, echar algún baile la vez que muevo la escoba o paso el trapo del polvo. Jejeje Cómo me gustan los sábado!
Decía mi padre que las buenas costumbres nunca hay que perdelas, pues Amén!!!!!!
Feliz sábado a todos!!!!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"nada de crispis porque a mi casa ya no entran esas cosas"

Prefiero perder una mano a que no entren crispis en mi casa... bueno, es verdad. Exagero. Prefiero morir.

Fulgencio Marín dijo...

Me has recordado mis sábados por la mañana, también de pijama, buenos desayunos, televisión y lecturas variadas. En mi casa, además, disfrutábamos de muy buena música, interpretada al piano por mi hermana: los sábados daba el último repaso a las obras que le mandaban aprender en el Conservatorio de Música en Murcia...