miércoles, 15 de octubre de 2008

Querida intuición...


Se ha convertido ya en una costumbre, o quizás en una manía, pero cada vez que salgo de viaje, lo primero que hago nada más llegar a la ciudad de destino es buscar, como una desconsolada, un callejero. Encontrar en el plano el lugar exacto en el que me encuentro es algo que me apasiona, me encanta, pues en cuestión de momentos imagino las rutas que voy a hacer, los lugares que tengo que ver, de los que he oído hablar y tengo que visitar, los que pueden ser atractivos por el simple nombre...

Esta manía ha pasado a ser un ritual: Miro cuál es el nombre exacto de la calle en la que me encuentro, me paro –con cuidado de no ser atropellada-, despliego el callejero y busco el sitio en el que estoy en ese preciso instante, lo marco con un bolígrafo (compañero inseparable en todo viaje, al igual que un bloc de notas) y comienzo mi andadura. Ese punto marcado será el inicio de la gran aventura.

Con un callejero y un buen sentido de la orientación, el éxito está garantizado, lo que significará que el viaje irá estupendamente. De esto podía presumir, y mucho, hasta hace poco, pero la racha de buena suerte creo que concluyó en Grecia.

Como comentaba anteriormente, cuando llegamos el primer día, reproduje mi ritual con el callejero; a la primera salió bien porque encontramos sin problema alguno la estación de metro, pero al introducirnos en el más profundo subsuelo y salir nuevamente a la superficie... La buena suerte había finalizado. Anduvimos durante un buen rato buscando Plaka (una de las zonas de mayor atractivo en la noche ateniense), pero las calles por las que pasábamos no las encontrábamos en el callejero, y las que aparecían en el callejero no las encontrábamos in situ…

Al final llegamos a Plaka, donde cenamos estupendamente; también pasamos por Monastiraki, Syntagma y cerramos la noche tomando una enorme cerveza alemana en Hard Rock –un bar muy próximo a la estación de metro que nos llevaría de vuelta al hotel-...

Mi hermano y yo decidimos no volver a abrir el callejero en toda la noche, pero sí que pudimos llegar a todos sitios que teníamos pensado visitar.

Si teníais en mente viajar a Atenas, un consejo: Pasad del callejero y que sea la intuición la que os guíe.

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