viernes, 30 de enero de 2009

La bella Lillie





Hasta anoche, solamente la había visto en fotografías en la prensa, pero al verla de cerca…, me quedé perpleja por sus grandes dimensiones y por la clase que denota esa majestuosa escultura. Una señora talla esta Lillie de Valdés en bronce. Al igual que me pasó el otro día con el árbol de la felicidad, no me pude resistir y al pasar –en dos ocasiones- no pude evitar hacerle varias fotos desde varias perspectivas, pues me la tenía que traer a casa también.


Es estupenda y fabulosa la muestra de esculturas de Valdés, pero una pena que no se quede para siempre en nuestra ciudad. He de confesar que por Lillie he tenido cierta predilección e incluso estaría dispuesta a hacer todo lo posible para que ella se quedara en Murcia, pero… el importe económico de esa talla debe ser incalculable o al menos imposible de asumir en estos momentos.


Como decía, Lillie llamó totalmente mi atención, además, el lugar elegido para su ubicación no puede ser más adecuado. Han acertado totalmente.


Tal vez sea el estilo y la clase que se ve desde bien lejos y conforme te vas acercando a ella, lo que me hizo fijarme únicamente en esta escultura. Conforme la iba mirando, me iba imaginando la historia de esa señorita. Seguro que se trataba de una bella jovencita, de tez blanca, delgada, esbelta, con una dulce voz y un estilo especial al andar.


Por su gesto, debía tratarse de una señorita tímida, humilde, serena y generosa, que trataba de ocultar su belleza –interior y exterior- a través de un pomposo sombrero, típico de la época medieval. Una bella doncella que su hermosura provocó la envidida de toda mujer que la conoció y que sufrió por amor...


Me ha encantado, estoy orgullosa de su presencia en esta emblemática Plaza de Santo Domingo y siempre la recordaré. Hasta que se la lleven, cada día que pase delante de ella, me quedaré unos segundos observándola para que siempre pueda recordar el lugar exacto en el que la bella Lillie estuvo durante su estancia en la capital murciana.



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