miércoles, 7 de enero de 2009

Todo vuelve a la normalidad



Se han acabado las fiestas, aunque más de uno hagamos alusión al famoso dicho de que "hasta San Antón, Pascuas son". Hoy, si no me equivoco, han vuelto a comenzar las clases porque esta mañana, de camino al trabajo, he visto demasiados niños -con sus locas mochilas de ruedas- agarrados de las manos de sus papis y mamis, con caras de pocos amigos y con las cabezas gachas.

Ver las calles del centro concurridas de vehículos, las prisas de algunos conductores y mucha gente por las aceras a un ritmo ligero han sido algunos de los indicativos que me avisaban de que todo volvía hoy a la normalidad.

Se acabaron los excesos de dulces y alcohol, las escusas de trasnochar y los numerosos encuentros con amigos y compañeros para festejar la Navidad. Hoy, para la gran mayoría, de la que yo también formo parte, todo ha vuelto a la normalidad.

Y puesto que todo volvía a la normalidad, hoy me he incorporado de nuevo a mis sesiones de natación. Un comienzo duro por el frío y la pereza, pero un comienzo que ya era necesario. Nueva monitora, reducida agilidad, una respiración que ha costado controlar y tres cuartos de hora complicados porque hemos tenido que hacer, ni más ni menos, que 22 largos pero a un ritmo que al terminar creía haber muerto; por supuesto no han sido seguidos, imposible, he tenido que parar en varias ocasiones.

Ha merecido la pena, estoy cansada, pero me siento estupendamente. El dolor de espalda parece mitigarse y como tiene que remitir por completo, el viernes más.

Menos mal que todo vuelve nuevamente a la normalidad...



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