miércoles, 8 de octubre de 2008

Lo más simple termina siendo lo más eficaz




Hay ocasiones en las que las cosas más simples terminan siendo las más efectivas. Hoy en día estamos acostumbrados a sorprendernos por las novedades tecnológicas que surgen continuamente, el ser humano ha logrado evolucionar sus formas de comunicación desde rudimentarios métodos, como la escritura jeroglífica, el alfabeto y el papel, hasta la llegada de la imprenta, y la aparición del teléfono, el cine, la radio y la televisión. Todos estos instrumentos han sido un avance en las formas de comunicación del hombre y han sido posibles gracias a la tecnología, que a su vez ha sido el instrumento cuya evolución ha determinado el avance de la humanidad.

A pesar de todo esto, es cierto que hay determinados aspectos de la vida cotidiana que no precisan de muchos avances para alcanzar óptimos objetivos. Me estoy refiriendo al sistema de encendido eléctrico con el que se cuenta en las habitación del Hotel Candia, en el que nos hospedamos durante nuestra estancia en Atena.

Se trata de un método muy rudimentario y anticuado, pero con una gran efectividad porque permite ahorrar electricidad de una forma considerable, ya que si no se coloca esa pieza de imanada sobre la base es imposible encender la luz o enchufar el cargador del móvil. A difencia de las tarjetas que hay en la mayoría de los hoteles, este métido ateniense impide dejar una tarjeta cualquiera en la ranura cuando sales de la habitación.

Por otra parte, y hablando de ahorro eléctrico, parece ser que los atenienses lo tienen bien asumido eso de gastar lo justito en luz.

La red de alumbrado público, aunque se extiende a lo largo y ancho de la ciudad, es bastante escasa y, al igual que el sistema de encendido de las habitaciones del hotel, muy primitivo. Este hecho me llamó bastante la atención, ya que en el caso de Murcia, el municipio está a la cabeza en cuanto a iluminación, al mismo tiempo que es de las ciudades que menos contamina a nivel nacional. Creo recordar, si no me falla la memoria, que hay una farola cada cinco habitantes y la contaminación se ha reducido sustancialmente en los últimos años gracias al plan de renovación llevado a cabo por el Consistorio murciano.

En el caso de Atenas el caso es completamente contrario. La ratio no se si llegará a una farola cada cien o doscientos habitantes o más... A excepción de las grandes plazas, el resto de la capital griega es completamente tenue y oscura.

Lo único que está completamente iluminado y que puede divisarse desde cualquier punto de la ciudad es la Acrópolis. Esa histórica colina que guarda tanta historia es la que se alza, se engrandece y se subleva ante todo anteniese y visitante que se precie.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bonito...como brilla la acrópolis. La verdad es que ahora me arrepiento de no haberme ido, pero cuando no puede ser...Espero tener el viento a mi favor en otra ocasión.
Por cierto, tenemos que ir a hacer compras para el viernes (no hay que preocuparse, la inversión va a ser pequeña...)