jueves, 11 de noviembre de 2010

De qué sirve subir a la cima

Se acaba el día. Decimos adiós a una jornada repleta de momentos esperados y de sorpresa, decimos adiós a nuevas y viejas sensaciones, adiós a innovadoras ideas, a pensamientos, adiós a algunas miradas cómplices y otras no tanto, adiós a minutos de sosiego, adiós a horas de estrés, adiós a un nuevo día, que poco a poco torna a pasado. Adiós a este jueves...
"Hay gestos, sonidos o palabras que te dan fuerza, te alegran el día, te hacen sentirte especial..." Esta frase, escrita por una compañera de trabajo esta mañana en Facebook, ha motivado que le dedique un post en mi burbuja. ¡Y qué razón tiene!... Al hilo de ésta frase me ha venido a la mente otra que tanto me gusta y a la que de vez en cuando hago alusión: La esencia está en los pequeños detalles. Esas pequeñas cosas a las que casi nadie presta atención y en las que reside una parte importante de nuestra felicidad.

Quienes encontramos en los pequeños detalles partes esenciales de nuestra existencia, desechamos las grandezas, esas que son tan pasajeras, a pesar de ser grandes, para mostrarnos ante aquéllas otras que su sencillez nos hacen sentirnos especiales, hasta el punto de alegrarnos un día y hasta una semana si cabe.

Esos pequeños gestos, sonidos o palabras que apuntaba mi compañera son tan importantes y esenciales, que un día horrible puede llegar a convertirse en el día más bonito y maravilloso del mundo, contribuyendo así, a que nuestra existencia vaya, poco a poco, alcanzando un nivel único y extraordinario.

De qué sirve alcanzar grandes cosas, si al final del camino nos encontramos solos y no tenemos con quién compartir ese hallazgo. De qué sirve subir a la cima, si nada nos va a hacer manternos...
Realmente, no sirve para nada porque al final lo que queda es eso, nada...
Lo que realmente sirve es encontrar esa sonrisa, ese abrazo o esa simple y profunda frase: Te quiero.

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