martes, 2 de noviembre de 2010

Hormigas en mi barriga

Hormiguitas en el estómago. Cuántas veces hemos sentido esa sensación. Uff... Muchos han sido los momentos en los que he notado la sensación de tener a esos diminutos seres en mi barriga. Cierro los ojos y me imagino a un regimiento de hormigas vestidas de soldados correteando, gritando y acelerando el ritmo a medida que va pasando el tiempo. Centenares de hormigas recorriedo mi interior, sin un sentido en su recorrido y perturbando la relajación y el equilibrio normal de todo ser. Un nerviosismo, en ocasiones placentero, pero en otras no tanto, que se acentúa conforme vas pensando más en lo que tienes que decir, en lo que esperas que te digan o en lo que va a suceder.
Cuando ese cosquilleo no es placentero, siempre optamos por la respiración profunda para hacerlas desaparecer, también hay ocasiones en las que tratamos de pensar en otra cosa para evadirlas, pero el agobio viene cuando pasa el tiempo y ese leve hormigueo pasa a convertirse en una enorme batalla de minúsculos seres que invaden todo tú cuerpo hasta generarte un malestar desagradable, que llega hasta quitarnos el sueño y a no atinar en nada de lo que tenemos que hacer.
Como decía, las hay placenteras y otras no tanto, pero lo cierto y verdad es que se trata de una reacción incontrolable a todo ser humano que, aunque en ocasiones nos causes malas pasadas, nos hacen darnos cuenta de que estamos vivos, de que sentimos, de que precisamos un cambio en nuestro ritmo habitual y de que algo nuevo y desconocido se avecina.

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